Esta reseña es brevísima. No me suelen gustar mucho las pelis de enfermedades, pero esta, si me gustó. Me gustó porque empaticé de inmediato con los personajes.
Uno el polo opuesto de la otra. La chica, super comprometida con su tratamiento, y además con una manía por tener el control de todo. El chico, un tipo que se sale de los parámetros, que está rebelde con el tratamiento, y no hace mucho caso.
Ambos, se enamorarán. Pero lo que más me gustó, es la relevancia que la peli le da al tacto. Eso que llevamos con nosotros desde siempre. Acostumbramos, tocar, desde las cosas, hasta las personas. Demostramos nuestro afecto con abrazos, besos, un apretón de manos.
Justo lo que los personajes no pueden hacer porque al tener la misma enfermedad, puede tener consecuencias catastróficas para ambos.
Y ahí vemos, que se puede demostrar amor de muchas otras maneras, pero también se nos muestra la importancia de ese sentido que a veces no nos damos cuenta que tiene.
El amor, además, se torna a veces, un peligro, como en esta peli, y es de buen amar, saber alejarse a tiempo. A veces, esto no se suele entender bien, hasta que uno lo ve en otros cercanos, o lo vive uno. Pero a veces, elegimos perder a quien amamos, con tal de que el otro pueda hacer una mejor vida sin nosotros. Difícil elección, pero muy noble.