
Haciendo referencia a las palabras de un conocido escritor, cierta vez un profesor nos describió la literatura como “el arte de la palabra hecha ficción”, la cual me pareció precisa, breve y puntual. ¿Cabría decir entonces que el cine es “el arte de la imagen hecha ficción”?, no sé si tan así pero si seguimos apelando a la literatura para establecer comparaciones sí podría decir sin miedo ni tapujos que Cinema Paradiso es al cine lo que la poesía es a la literatura. Más allá del argumento que es un claro homenaje al cine en sí, es el cómo lo cuenta lo que hace de este film un exponente más que merecedor de todos los premios que se le otorgaron internacionalmente, entre otros obviamente el Oscar a mejor película extranjera en 1989 y el Globo de oro por la misma categoría en el mismo año.Dirigida en 1988 por Giuseppe Tornatore, este film narra la niñez y adolescencia de Salvatore , alias Totó, quien desde pequeño entabla amistad con Alfredo (Philipe Noiret), quien era el encargado de proyectar las películas del Nuovo Cinema Paradiso, única sala del pueblo. La relación entre estos dos personajes es el eje de la pasión por el cine que marcará la vida de Salvatore. Como una alegoría de la relación padre-hijo (el padre de Totó estaba en la guerra totalmente ajeno a la vida familiar), mentor-aprendiz, este duo provocará risas, llantos y reflexiones en cada palabra y gesto.
Acompañados por una fotografía y una banda musical inmejorable, esta obra maestra europea es ícono del arte audiovisual, poseedora además (desde mi humilde parecer) de una de las mejores escenas de la historia del cine, la escena de Salvatore mirando la película que Alfredo a lo largo de esos 30 años de ausencia había recopilado para él: un potpurrí de besos censurados. Aquí les dejo el video de esa escena para que evalúen por ustedes mismos y después me cuentan.