Di con esta peli de casualidad, buscando que ver en netflix. Y la verdad fue una buena elección.
Tiene un guion cuidado pero sencillo. Y un personaje central entrañable.
Habla de aquellas realidades que tenemos que enfrentar, tanto en lo amoroso como en lo laboral. Y seguir adelante.
Habla también, del paso de la adolescencia a la madurez, con todo lo que esto conlleva.
En un blanco y negro delicioso, con escenas simples pero cargadas de sentido. Nos metemos en la vida de Francis, en una especie de road movie que la tiene yendo y viniendo de aquí para allá, en un afán de encontrarse a sí misma.
Con una tristeza y una alegría, típica del que adolece, del que crece, del que busca y se busca.
El título, incompleto, que se entiende recién al final, da cuenta también de una personalidad construyéndose.
Es demasiado grande para muchas cosas ya, pero no se quiere dar cuenta de ello. No puede ser una eterna aprendiz, le dicen en el salón de baile. Y todos sus amigos van tomando un rumbo mientras ella viaja sin rumbo buscando frenéticamente esa adolescencia que ya perdió.
Vuelve a lugares conocidos, a gente conocida, una y otra vez, en su afán por no crecer, por no querer darse cuenta.
Pero a poco, sus cosas van cambiando, y su mentalidad empieza a ser otra, no sin sufrir, aunque siempre la veamos riendo, comiendo desaforada, o corriendo a lo loco.
Muy bien retratada la adolescencia, y ese agujero negro que supone empezar a ser adultos.
Frances tiene 27 años, y no quiere darse cuenta. Se lo dicen, pero ella sigue inmersa en querer ser una chica despreocupada de su edad como si la juventud fuese eterna.
Y no lo es.
Vean los pormenores de su vida, los detalles que tiene la cinta, tan bien hecha. No se la pierdan.