Estamos en mitad del futuro. O algo así. Plena revolución tecnológica con todo lo que ello incluye.
Desde la falta de privacidad en muchos casos, hasta la sinceridad extrema, en otros. El pasaje de los libros de biblioteca, a un mundo de libros digitales.
La movida de las series, el amor más libre, quizás más humano, o menos hipócrita. Vaya uno a saber.
La cosa, es que tenemos 5 personajes, y dos parejas. Ya vemos en los números que algo no andaría bien.
Sin embargo, todo va mal, y todo va bien al mismo tiempo. Estamos en transición, de ideas, de supuestos, de silencios entendidos, y de charlas sobre el devenir de todas las cosas.
Enredos amoriles a por doquier, pero enredos también en cuestión de arte. Lo que vende y lo que no, también está la política, lo honesto y aceptable con lo que no. Y pareciera que nadie, puede tirar la primera piedra. Nadie. Parece que nadie puede ser “el ejemplo”.
Hasta el final, un supuesto happy end, nos hace dudar. Es que no nombran porque sí, a los tantísimos intentos infortunados de la pareja. Y no digo más.
El título, doble vida, da más cuenta de la situación sentimental de los personajes, pero también de esta dualidad en las charlas, esta mitad de camino entre lo anterior, y lo que se viene, donde de momento conviven ambas realidades, sin saber si esto seguirá así o no.
¿Hacemos mal en mirar series taquilleras? ¿Hacemos mal en preferir lo digital? ¿Somos dinosaurios si preferimos el libro en papel en la mesita de luz? ¿Acaso, si creemos en la honestidad de algún político, es que somos muy utópicos o sentimentales?
¿Es hipócrita creer en la monogamia? ¿Existe la monogamia de las ideas? ¿Nos estamos traicionando a nosotros mismos? ¿Estamos acaso traicionando a alguien?
Y como si esto fuera poco, el autor, ¿pone siempre de uno? ¿la obra es siempre y ante todo biográfica? ¿Las reflexiones de twits son poemas de la nueva era? ¿Hay un romance con lo viejo? ¿Hay un romance con lo nuevo? ¿Existe la mentira? ¿Existen los silencios dichos?
Estamos en una época de transición, viviendo un poco de dos vidas. ¿Acaso eso está mal?
Me quedo con el libro en la mesita de luz, con poder oler sus páginas, pero me bajo películas de internet, y adoro navegar por horas, un mundo que de otra manera no podría conocer. Creo en la sinceridad, y sé que toda obra tiene de uno, es para uno, y para otros, pero principalmente, para uno.
“No hablo de fidelidad, sino de lealtad”, me dijo una vez una amiga. Y me costó años entender a qué se refería con esa diferencia.
Los dejo con una canción.