Cartas sin respuestas.
Todo un protagonista en tinieblas, no solo Al Pacino, hay otro, que jamás
vemos, que esta implícito, que es el motor de Angelo.
He mirado esta película sin grandes pretenciones, solo para ver a Al Pacino actuar, que eso nunca esta demás. Para reencontrarme con el cine con una peli light, fácil de mirar, fácil de digerir, y sin embargo, superó mis expectativas. No he encontrado a otro que le haya gustado. Quizá porque este personaje, se parece en algún punto a mi, en sus obsesiones, en su
testarudez, en su enojo. He pasado por esos lugares, en distintas épocas. De distintas formas.
La cosa es que los ciclos deben
cerrarse, sobre todo si nos dan la puerta en la cara.
Pero a
veces, ello toma tiempo como al viejo Al, que representa un papel
exacto, medido, y desmedido en su vagar, en sus elucubraciones, en
sus miedos, en sus soledades.
A veces, pensar demasiado es casi
tan peligroso como no pensar. Y estar sin hacer, dejar de actuar,
tanto más peligroso como actuar en algo nuevo.
La peli dice más de lo que aparenta.
Muestra menos de lo que cuenta. Ese es su gran logro. Mostrar menos
de lo que cuenta. Y contar mucho.
Por lo menos para mi.
Si la viste contame que te pareció a
vos.
Desde aquí, sin ínfulas, la recomiendo.
Pesada, lenta,
tediosa, enojona, oscura. Pero sin parecerlo mucho, claro, si
estuviste algún día en zapatos parecidos, pues te encantará.
Que
mejor que este comienzo de año para dejar el pasado en el pasado,
perdonar a quienes nos hirieron, dejar ir, y entusiasmarse con algo
nuevo. Aunque de movida parezca que no le llegue ni a los talones. Uno nunca sabe, por donde aparecerá el amor.