Con un elenco de primerísimo nivel, entre los que se encuentra a un jovensísimo Enrique Pinti ( medio de madera pobre pero el papel de borracho hace zafar a cualquiera), una alocada pelea se desata entre los miembros de la familia. Se culpan de todo y se sacan los trapitos al sol a cada palabra pronunciada. El tema central no obstante a mi entender es la hipocresía. Cómo la falta de solidaridad, la envidia, las pésimas relaciones en general se disfrazan con las sonrisas, los eufemismos y los buenos modales; que en este caso obviamente se van perdiendo poco a poco a medida que avanza el argumento.
En 1974 fue Jacobo Langsner quien ideó esta magnífica historia, historia que este año tiene como novedad, 23 años después, la realización de la segunda parte; aunque esta vuelta sin Mamá Cora.
Me fascina esta historia por sus personajes: Betiana Blum, China Zorrilla sobretodo y Mónica Villa son un trío de fuego que hace explotar la pantalla más de una vez. Como espectador uno realmente se vuelve testigo de una situación en la que el amor realmente se esconde muy hondo y todo lo inunda la falta de tacto y la falsedad.